miércoles, 30 de diciembre de 2009

revisión del 2009

No todo ocurre como tenemos previsto en un principio y, menos mal. Podría decir que 2009 ha sido el año de las sorpresas, de las buenas sorpresas que tan feliz me han hecho y que aún siguen pintándome la sonrisa en la cara. ¿Quién me iba a decir que las cosas irían tan bien? Absolutamente nadie, todo ha dado un giro, una vuelta de campana.

Empecé aburrida de todo, de lo que hacía y de mí misma. Por suerte, acabé el curso y con él, la estúpida rutina a la que estaba atada sin saber muy bien por qué. Hubiera tirado todo por la borda de no haber sido por ti, a veces mi hermano mayor, mi protector; y otras, el pequeño, mis quebraderos de cabeza. Los pasillos no fueron tan fríos contigo y esas seis fatídicas horas se me pasaban con un poco más de agilidad. Con la selectividad descubrí de qué me sirvieron todos esos berrinches y estudiarme los exámenes en la noche anterior de un tirón: estaba abriendo una puerta que, de no haberla alcanzado aún estaría llorando por ello. Y la abrí, entré y cerré con pestillo para no arrepentirme y, sigo sin hacerlo.

Me vino bien ese cambio de aires, la mudanza a la capital y estudiar lo que realmente me gusta es algo que jamás pensé que fuera tan positivo. Creía que iba a volver a enrutinarme, que los apuntes se me echarían encima y que las horas del reloj no avanzarían en esa casa vacía por las mañanas y abarrotada por la noche. Por suerte he encontrado a personas maravillosas que me sacan alguna que otra sonrisilla mientras cae el sol dentro del edificio que nos encierra de lunes a viernes por la tarde y, cómo olvidarte, también cuento con mi propia vía de escape que tiene nombre de arcángel.

Podría decir que éste ha sido nuestro año. Nos hemos conocido al fin, tras un bienio de idas y vueltas, estábamos esperando el mejor momento. Me has hecho querer a los trenes, al mar ya lo quería de antes, a las luces de madrugada que no llegan a entrar en las habitaciones y a los suspiros. Incluso aprecio un poquito el verano, que mira que le tengo coraje pero, el calor contigo no es sólo calor y eso lo cambia todo. Hemos crecido mucho, grillito, más bien me has visto crecer a mí, ya no tengo miedo de lo que pueda pasar con los años, me alegro con tan sólo imaginármelo. Y aunque llueva, caigan chuzos de punta o no estemos tan cerca como nos gustaría, que sepas que siempre voy a estar aquí, pegada a la pantalla de este ordenador, o subida a cualquier tren o autobús en tu busca, en busca de mi felicidad, la nuestra.

sábado, 19 de diciembre de 2009

martes, 15 de diciembre de 2009

¿Quién me iba a decir que a estas alturas me iba a enamorar de un canalla de turrón de Alicante?

Foto de Flickr, en el ladri-portátil no tengo nada. Pero puaf, tampoco me hace falta =D ¡Qué felicidad!