sábado, 28 de noviembre de 2009

1:44 pm.


Los parpados no se me cerrarán

aunque las horas del reloj no pretendan alejarse nunca.

Ya no tengo ni frío,

estoy cansada de dar tantas vueltas bajo las sábanas,

he desecho la cama y vuelto a mirar la maldita hora.

Y no me duermo porque me faltas tú y tus palabras,

me falta que me recuerdes que la vida es pestañear

y que en dos años hayan pasado dos siglos

¡y nosotros sin saberlo!,

y que las mismas tonterías nos sigan haciendo gracia,

y que me siga mosqueado por las mismas chorradas

y que al final acabes descubriéndome

cuando intento ocultarte que estoy llorando;

que me susurres al oído que la vida es suspirar,

quizás gritar en un momento de euforia

o reír a carcajadas por cualquier extraña coincidencia;

que la vida somos nosotros y tres palabras,

como me dijiste una vez, que no son descriptivas,

sino certeras: querer y pocas más.

Aunque bien sabes que no somos muy amigos del diccionario

porque no ha sabido satisfacer nuestras necesidades lingüísticas,

que no son ni necesidades.

Porque lo que yo realmente necesito,

hoy por hoy y por siempre,

es que me des las buenas noches para dormir serena.




La facultad no me da tregua, si no son cuatro libros es estudiar la asignatura que equivale a un suicidio colectivo de todo el Campus, no sé, a mi me encanta esto. Ah! Y que te quiero! Por si se te había olvidado.