Mi madre suele comparar la vida como con un puzzle que nosotros mismos hemos ido construyendo en algún lugar lejos de aquí y en un tiempo diferente a éste. Quizás ocurriera antes de que comenzara la función, detrás del telón con todo el nerviosismo, uniendo piezas, escapándose alguna que otra risilla nerviosa al contemplar el maravilloso resultado de una obra que iba a hacer vibrar a casa uno de los espectadores. A lo mejor lo hacemos durante el recorrido, según nuestros deseos, encontrando piezas que perdimos bajo las camas y detrás de los escritorios de nuestra adolescencia, o que el perro se intentó comer.
Ya no hay nada más que hacer pero, si nosotros lo quisimos así, por algo sería. No sé si el famoso karma influye en este juego, si la conciencia nos ayuda a tomar los caminos convenientes o, simplemente, los que nos merecemos; o si en ese lugar remoto creamos el puzzle con total libre albedrío, con total humanidad.
Será que quise ser virgo y emocionalmente inestable así que, sin frustraciones. Me da a mí, no sé exactamente por qué, que estoy tan segura de ello, que hace poco tiempo fui capaz de encontrar todos los bordes del puzzle. Ya tengo hecho mi molde, un paso concluido dentro de un conjunto que se me hace, a la vez que largo, placentero. Ahora me queda el resto, quizás lo más complicado pero lo más divertido: completar ese cielo de tropecientas piezas, todas parecidas entre sí, todas trocitos de un todo que se hace eterno pero que, al finalizar, se asoma el bosque y, con él, una gran satisfacción; y bajar en el paisaje y encontrarnos con elementos bien diferenciados, escenarios efímeros y colores cálidos que en menos de diez segundos hemos sabido enlazar: rostros de personas, escenas que se quedaron grabadas en nuestra memoria y que al recordarlas el corazón se nos salta.
Y ahora, a seguir, ya no sé si disfrutando, deprimiéndonos, pasando miedo o teniendo amor, simplemente a seguir con lo que hayamos decidido. Yo sólo espero haberme portado bien en otra vida, o haber tenido suerte en mi elección, ¿qué sé yo? Todo lo que venga, me vendrá bien a mí. Estoy dispuesta a todo, ¡y no tengo miedo! Sé que nada acabará conmigo porque en algo nos parecemos mi yo terrenal y el que formó el puzzle, que al fin y al cabo es el mismo en otro escenario, que por mucho que llueva en esta cabeza, la sonrisa siempre tendrá un lugar donde alumbrar.
5 comentarios:
Nunca me gustaron los puzzles, nunca pude terminar ninguno. Mi vida realmente nunca será un puzzle, ni una obra de teatro, ni una pelicula de renombre. Solo un monologo de humor, de un pequeño bar lleno de humo, que invita a muchos a salir y marcharse corriendo y a otros no les deja de arrancar carjadas. Cuestión de contrastes.
Te adoro! =) gracias por dejarme formar parte del puzzle de tu vida. Y no me quejo en absoluto donde me ha tocado.
Tiene razón tu madre. La vida es como un puzzle. Tan difícil de hacer, a veces, y tan fácil de destruir.
Lo malo de juntar las piezas del cielo en un puzzle es que todas te parecen iguales pero no lo son. Son como los amores, todos son diferentes... en fin.. no quiero ponerme profunda ni dramática ni romántica, este es tu lugar, yo tengo mi blog, ja ja ja..
Eres genial... por cierto, quiero comprarme una cámara digital reflex, de esas del objetivo grande. Soy novata en esto.. y sé que tú me podrías asesorar sobre alguna. O darme algún consejo, si te ánimas a ayudarme, escríbeme : eigualblog@gmail.com
Gracias!
yo mientras siga esa sonrisa alumbrando.. ^^
eres una perraka, no scribes!
muah
eii guapa!! me gustaa como escribes!! un besoo
Hola...
A mí si que me gustan los puzzles, y la vida es tal cual..!
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